El dorado es, sin duda, el pez más bravo y deportivo del mundo y a la vez el que más satisfacciones deparan al aficionado. Su fama se ha esparcido por el mundo, principalmente en Inglaterra, en la cual se fabrican elementos especiales para la pesca del dorado. Durante mucho tiempo se ignoró la existencia de este pez como pez deportivo; los ingleses lo descubrieron, notando especialmente la fuerza que opone en relación a su peso.

Para conseguir esta fórmula se han gastado centenares de pesos y muchos días de trabajo en ensayos, análisis y experimentaciones. De manera que si se elabora de acuer­do con las indicaciones que damos se conseguirá un completo éxito y podrá usarse inmediatamente des­pués de fabricado, pero es conveniente hacer notar que después de unas dos semanas de estacionamiento el líquido adquiere un alto poder. Actúa sobre los bronces y otros metales dándoles rápidamente y sin mayor esfuerzo, un brillo des­lumbrante y de duración.

Este dispositivo es un pequeño cilindro que gira solo, alrededor de un eje, en cuya superficie se escriben o se diseñan imágenes, que atraen la atención del público que pasa. La figura 3 presenta el dispositivo. Es de fácil construcción, pues no requiere motor eléctrico: es simplemente el aire calentado por una lámpara colocada en Su interior, que asciende por ser más liviano que el aire frío, el que acciona pasando por una pequeña rueda de aletas, h, representada en la figura 2.

Este aparato poco costoso y de funcionamiento irreprochable conviene admirablemente, por ejemplo, en la preparación de agua destilada utilizada para el mantenimiento de los acumuladores.
El aparato comprende:
1.- Un balón C. de vidrio, de fondo plano, y que pueda soportar el fuego (uno construido con «pirex», cristal fabricado a ese objeto), nos servirá perfectamente. Este balón hace el papel de cucúrbita. (Fig. 1).
2.- Un refrigerador, constituido por un tubo de vidrio de 60 a 70 cm., rodeado de un manguito de plomo, ensamblados ¡concéntricamente por dos tapas de corcho. Cada una de ellas está agujereada y por ese agujero pasa bien ajustado, un tubo de vidrio grueso acodado (Fig. 2)

Durante los períodos de se­quía el jardinero se ve obli­gado a regar sus plantas de adorno o sus legumbres,, y ocu­rre con frecuencia que el depó­sito en que debe llenar sus rega­deras está situado en un nivel bajo, lo que convierte en peno­sa una operación sencilla. Para los aficionados a la jar­dinería en tales condiciones, y que no disponen de canalización de agua a presión, ofrecemos un tipo de elevador de agua muy sencillo, que cuenta entre sus méritos la rapidez de su cons­trucción y la economía.