Como hacer – TALLAR en MADERA (2 de 2)
Generalmente es conveniente el uso de una gubia de poca curvatura para terminar el fondo, mientras que una gubia profunda resulta práctica para sacar las primeras porciones grandes que hay que eliminar. Si el fondo no resultara suficientemente profundo, se repite toda la operación. Para bajo relieve, el fondo debe cavarse a una profundidad entre los 2 y los 4 ó 5 ramas. Para relieves más pronunciados o trabajos más grandes, puede llegarse a una profundidad de 9 mms., y hasta de 22 mms., pero naturalmente, la madera debe tener un espesor que permita semejantes trabajos.
Los fondos pueden dejarse lisos raspándolos con un escoplo sostenido verticalmente, o bien con el borde de un vidrio grueso, o con una herramienta para fondos; una muy conveniente puede hacerse con un clavo grande o con un punzón, cuya punta se lima y se trabaja luego con cortes cruzados, también hechos a lima, según figura 5.
A esta altura, el trabajo se presenta bajo la forma de grandes masas de dibujo, no modelado, destacándose sobre el fondo. Cuanto hay que hacer ahora es modelarlas.
Sugestiones referentes a motivos naturales
Si un motivo ornamental está compuesto por flores u hojas, es conveniente conseguir algunos modelos naturales para copiar sus detalles al trabajar la talla. El modelado puede hacerse con cualquier instrumento conveniente para hacer un corte adecuado. El tallista no debe temer cortar piezas grandes de la superficie del follaje si esto fuera necesario, pues en términos generales cuantas más curvas tenga éste, más natural y vivo parece. En la naturaleza no existen hojas completamente planas. La fig. 7 muestra unas pocas secciones de modelados. Las flores y las rosetas, especialmente, así como los motivos semejantes a ellas, deben modelarse con el mayor relieve que se pueda, para sacar todo aspecto de chatura o aplanamiento. Hay que prestar atención para que los bordes de las hojas y pétalos no resulten demasiado gruesos y pesados; se los aligera, sea rebajándolos con un declive hacia el fondo, o socavando bajo ellos, como indica la fig. 7. Al socavar, el corte oblicuo es el que se hace primero, practicando luego el horizontal. Si se hiciera primero el horizontal, se correría el riesgo de astillar la roseta o la hoja, arrancándola del fondo. El socavado se hace con un escoplo pequeño y los bordes se terminan a gubia. La fig. 8 muestra los distintos pasos en la talla de una roseta. Para los cortes terminales no se1 debe usar la maceta, pues es suficiente la simple presión de la mano.
Las nervaduras y otros detalles se consiguen con una herramienta especial para ese uso, y que no es otra cosa que una gubia de muy poca profundidad (fig. 9). También pueden hacerse con una pequeña herramienta cortante, con corte en forma de V (ver fig. 10). Posiblemente sea preferible esta última, aunque se trata de una cuestión puramente personal, pues como la herramienta especial es pequeña y profunda, tiene tendencia a trabarse en los cortes y no es fácil mantenerla en buenas condiciones de trabajo.
Terminación
El trabajo se alisa y redondea muy bien con papel de lija, comenzando con los números gruesos y terminando con los más finos. Un cepillo, por ejemplo uno para el cabello, o bien de ropa en desuso, resultará muy práctico para eliminar las pequeñas virutas que puedan haberse metido en los recovecos del trabajo.
Las tallas pueden terminarse en diversidad de formas, pero el uso del barniz les confiere, generalmente, un aspecto de cosa barata y de poca calidad.
En un buen pulido de cera o un lustre semi-mate, conseguido con cinco o seis manos de aceite de linaza bien frotadas y secas, consiste la mejor terminación, sobre todo si el material empleado ha sido el roble.