Como hacer una CASITA PARA PAJAROS

Como hacer una CASITA PARA PAJAROS

La medida de estas pichoneras no tiene mayor importancia, siem­pre que se la mantenga dentro de li­mites razonables.

Los modelos de las Figs. 1 y 2 son de dimensiones generosas, destina­das a pájaros grandes, pero pueden ser reducidas para otras especies más pequeñas.

Se debe usar cualquier madera que soporte bien la intemperie; si se aplica pino rojo, u otro tipo de esta índole, es mejor pintarlo o dar­le una mano exterior de creosota, para prolongar su duración. El es­pesor conveniente para estas made­ras, es de 9 mm.

Las perchas se hacen con trozos de varilla de 9 mm. de diámetro, y unos 6 cm. de largo. Los agu­jeros de entrada pueden tener de 4 a 5 cm. de diámetro. Todas las partes se unen con cola y con torni­llos o bien con clavos. La cola debe ser resistente al agua. Los aleritos que protegen las» paredes laterales y del fondo sobresalen en unos 12 mm; el techo puede ser articulado con bisagras, pero si hay niños por las inmediaciones, es preferible que se los fije con clavos o tornillos, para evitar la lógica tentación de levantar las tapas para observar los pájaros y sus pichones, lo que asus­ta a los animalitos, haciéndoles abandonar el nido.

Aun cuando se usen clavos en las demás partes de la construcción, es conveniente poner tornillos en és­ta, pues se sacan más fácilmente y facilitan la limpieza interior que es necesario hacer una vez por año.

La Fig. 3 muestra una casilla en la que se podrán alojar cuatro pajaritos. Su construcción general es claramente visible en el dibujo. Las divisiones interiores se hacen con madera terciada de 6 mm; son dos tablas, cada una de ellas con una ranura colocada sobre, la mediana vertical, que llega a la mitad de su altura. En una de ellas la ranura va desde el punto medio, de 1.a altura hacia arriba, y en la otra desde este mismo punto hacia aba­jo. Se ensamblan entre sí en for­ma de cruz, determinando cuatro divisiones.

El techo se fija a unos listoncitos de madera, y estos a los costados de la casita, bastando un simple tor­nillo de cada lado.

Como se ve a simple vista, este modelo no es adecuado para colgarse del tronco de un árbol, y debe fi­jarse en la parte superior de un pi­lar o sobre un poste.

En caso de que se necesite el poste, éste debe quedar a una altu­ra de un metro sobre el suelo, como mínimo, y de unos 55 cm. bajo él, enterrado. Si hubiera que temer asaltos de ratas o gatos, se doblaría la altura sobre el suelo, y se ente­rrarían 80 cm.

El extremo que se mete en tierra se protege previamente con una o varias manos de creosota; la parte visible se pinta con una buena pin­tura blanca, o del color que se pre­fiera, para mejorar su aspecto.

El nidal se asegura en el extre­mo superior del poste por medio de soportes de hierro, colocados desde abajo, y con tornillos.

En la Fig. 4, se ve la vista late­ral y la frontal de un comedero. Los agujeros tienen de 3 a 3,6 cm. de diámetro; el fondo es grueso, debe tener por lo menos 24 mm. de espesor, y en él se hace con gu­bia o con mecha unos orificios en los que calzan las varillas que for­man las perchas.

 

El techito sobresale con respecto a las paredes para protegerlas de las lluvias. Se articula a la pared del fondo por medio de bisagras.

El detalle marcado A es una tabla inclinada que impide que todo el alimento (granos, generalmente) que se coloca desde el techo caiga al piso del comedero: no deja más que un pequeño espacio por el que va cayendo la cantidad necesa­ria para reemplazar lo que han co­mido los pájaros.

Se puede preparar una mezcla muy conveniente de alimentos para pájaros, formada por semillas de tri­go, migas de pan y pedacitos muy menudos de grasa picada, a la que se agregan ocasionalmente algunos granos de maní, picados. Este co­medero» así como las casitas senci­llas, puede colgarse del tronco de un árbol, asegurándolo a él con alambre galvanizado, de hierro, atornillado con pitones a los costa­dos de la casa; se le hace dar vuelta alrededor del árbol, y en la parte opuesta a la casilla se retuer­cen entre si los dos extremos del alambre, o se fijan a las puntas de un resorte en espiral, como se puede apreciar en la Fig. 5, mé­todo que tiene la ventaja de no pro­ducir marcas en el árbol, y de no molestar en absoluto a su desarrollo normal.

 

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