Como hacer – CONSEJOS PARA SOLDADURAS

Como hacer – CONSEJOS PARA SOLDADURAS

Cuántas veces se oye exclamar a algún joven mecánico amateur, refiriéndose a tal o cual cosa que está construyendo: “Esto ahora tengo que soldarlo pero… las soldaduras nunca me salen bien ” Asunto, el que antecede, que preocupa a muchos hobbistas continuamente, restándoles ánimo para acometer determinadas empresas. Sin embargo, es tan fácil y sencillo efectuar una buena soldadura. Todo reside en saber cómo.

En realidad, no hay nada misterioso ni complicado en el arte de soldar. Pero por otra parte la posesión de un soldador de una amplia provisión de soldadura, y de una lata de fundente no garantiza en modo alguno la realización de un buen trabajo. Para asegurar este resultado, hay que atenerse a unas cuantas reglas sencillas, aunque el operador debe contribuir naturalmente poniendo de su parte un poco de sentido común. No hay ningún secreto o ‘‘truco” especial que aprender, y unos pocos trabajitos de práctica, teniendo en cuenta las reglas a que hemos hecho referencia, permitirán al lector adquirir la destreza necesaria para desempeñarse con eficiencia en la gran mayoría de las ocasiones que se le puedan presentar en el futuro.

Hay dos clases de trabajos de soldadura, duros y blandos; pero como las ocasiones en que hay que realizar en el hogar soldaduras de la primera clase, (con cobre o plata) son muy pocas, solo nos ocuparemos en el presente artículo de las soldaduras blandas.

La soldadura blanda común se compone por lo general de estaño y plomo, aleados en diversas proporciones, generalmente la mitad de cada uno; como el punto de fusión de estas aleaciones oscila entre 120 y 170 grados, pueden ser fácilmente trabajadas por medio de una herramienta hecha de cobre – el soldador como se le llama comúnmente – calentado a una temperatura un poco por encima de dicho punto de fusión.

Los soldadores se construyen de diversos tipos y tamaños; y también sencillos, o calentados a gas, alcohol, nafta o electricidad. Se puede efectuar una excelente soldadura casera con un soldador sencillo, calentado sobre, una estufa de gas o por un soplete a nafta, pero el mejor aparato para la mayoría de los trabajes que tengan que realizar los aficionados, es el soldador eléctrico. Este tipo puede enchufarse en un toma-corriente en cualquier parte de la casa, garaje o taller, evitando así la necesidad de hacer frecuentes viajes a la cocina para volver a calentarlo. El soldador con soplete propio a base de gas de nafta es también un aparato que presta mucha utilidad cuando no se dispone de corriente eléctrica.

El requisito primordial en todo trabajo de soldadura, desde el más sencillo hasta el más complicado, es la limpieza. Las partes a unirse o soldarse deben ser químicamente limpias. Para conseguir esto, es necesario quitar primero toda herrumbre, escamas, oxidación y cualquier toda suciedad o materia extraña de las superficies a soldarse, por medio de una lima, raspador o tela de esmeril, empleando esta última hasta que las superficies están perfectamente pulidas y relucientes. Las partes así limpiadas se protegen de la oxidación y se hace fluir más fácilmente por ellas la soldadura, por medio de substancias especiales designadas con el nombre de “fundentes”.

Para aplicaciones comunes en el hogar o en el taller casero, los fundentes que se venden expresamente para el objeto, envasados en latas o tubos que permiten su fácil manipulación, se recomiendan por su sencillez y conveniencia. Pero hay casos especiales que requieren también fundentes especiales. Estas substancias, y los metales a los que convienen más particularmente, se detallan en la tabla que acompañamos. El cloruro de zinc se prepara colocando pedacitos de zinc puro (no hierro galvanizado) en un recipiente que contiene ácido clorhídrico, hasta que el ácido esté «apagado”, quiere decir, hasta que cesen de desprenderse burbujas del zinc. Entonces puede filtrarse y guardarse en un frasco con tapón de vidrio. Una precaución hay que tomar al emplear este fundente, y también con el ácido clorhídrico puro: No hay que dejarlo en un recipiente abierto o destapado cerca de cualquier herramienta, porque resultará muy corroída. Asimismo, después de haber usado este fundente, hay que lavar luego con mucha prolijidad las partes soldadas, de lo contrario se oxidará. Finalmente, nunca se utilice un fundente ácido en los cables o alambres de una instalación eléctrica, porque es seguro que se producirá mucha corrosión en ellos y resultarán estropeados, si no inutilizados del todo; empléese resina o fundente en pasta preparado especialmente para el objeto.

Ahora, respecto a los trabajos de soldadura propiamente dichos:

Lo primero que hay que hacer es “estañar” el soldador. Colóquese en el fuego, si se trata de un soldador sencillo, o enchúfese en el toma-corriente si se trata de un aparato eléctrico, y mientras se está calentando, búsquese un pedacito de estaño, cobre o latón. Si no se encuentra nada conveniente a mano, puede emplearse el lado de adentro de la tapa de la latita en que viene el fundente. Límpiese con tela de esmeril un punto en su superficie del tamaño de una caja, de fósforos pequeña, y déjese caer un poquito de fundente encima. Si se emplea un soldador sencillo, téngase la precaución de no calentarlo al rojo; debe ser apenas lo suficiente caliente como para fundir bien la soldadura. Cuando ha llegado a este punto, quítese la estufa, téngase como indica la Pág. 1, y límpiese la punta, de los cuatro lados, frotándola con una lima.

Si no se tiene lima a mano, frótese la punta con un pedazo de tela de esmeril hasta que reluzca un poco, y luego frótese moviéndola de un lado a otro sobre la superficie limpia de la lata sobre la cual se extendió el fundente (Fig. 2) aplicando un poquito de soldadura a la punta mientras se hace esto. No se olvide el fundente. La punta del hierro se cubrirá uniformemente con la soldadura, y entonces se encuentra listo para usarlo. Al volver a calentar el hierro después, cuídese de no hacerlo demasiado, pues si así sucediese, la punta se quemaría y habría que estañarla de nuevo. Cuando se calienta el hierro al grado justo – un poco de experiencia pronto permitirá al aficionado determinar esto – la punta puede volverse negra o descolorida, pero el estaño queda intacto y bajo la acción del fundente pronto desaparece la descolo-ración. La mayoría de los buenos soldadores eléctricos no necesitan atención en punto a color, pues vienen convenientemente regulados de las fábricas, siendo necesario solamente sumergir de vez en cuando la punta en el fundente para conservarla brillante.

Los trabajos comunes de soldadura son muy sencillos. Para tapar agujerito en un recipiente de lata o cerrar la costura de un balde que se ha abierto, por ejemplo, se limpia y quita la suciedad alrededor de la parte a tratarse por medio de una lima u otro instrumento raspador cualquiera hasta que la superficie quede lo más limpia y brillante posible. No es posible recalcar demasiado esta necesidad de limpieza y pulimiento, ya que una pequeña grasitud o suciedad basta para impedir que la soldadura fluya a la costura del balde o al agujerito que se desea tapar, y en consecuencia se experimentará mucho trabajo y molestia. Aplíquese un poco de fundente a la superficie, caliéntese el soldador estañado, y hágase correr la soldadura hacia los bordes que se desea unir, aplicando la punta del lingote de soldadura al externo del soldador. No se trate de hacer el trabajo dejando caer las gotas del metal fundido desde algunos centímetros de altura sobre el sitio en que se encuentra la rajadura o el agujero. El metal de las partes que se soldán deben estar caliente, casi tan caliente como la soldadura misma, a fin de que esta fluya bien cuando entra en contacto con ellas. A decir verdad, es una buena idea calentar las piezas a unirse antes de empezar el trabajo, si ello es posible, pero no demasiado calientes, de lo contrario su superficie se oxidará y será necesario limpiarlas de nuevo. La manera correcta de proceder consiste en mantener el soldador apretado contra la costura o el agujero, de modo que caliente el metal, y aplicar la barra de soldadura contra la punta para que se funda y fluya hacia el sitio deseado.

El tapar con soldadura un agujero en una tapa es difícil si el agujero es de tamaño tal que el metal fundido no lo obstruye, sino que pasa por él y se derrama del otro lado. En estos casos se hace necesario colocar un remiendo. Córtese un trozo del mismo metal, suficiente para tapar el agujero con bastante excedente. Límpiese y púlase un lado del remiendo, como también el sitio que va a tapar, y cúbranse las superficies así limpiadas con fundentes. Estáñense ambas superficies con soldadura frotando el soldador caliente sobre ellas y aplicando la barra de soldadura a la punta; aplíquese luego otro poco de fundente, colóquese el remedio sobre el agujero, y manténgasele apretado y sujeto con alguna herramienta, como indica la Fig. 3. Ahora, deslizando lentamente el soldador caliente alrededor del borde del remiendo como muestra la ilustración, o bien manteniéndolo aplicado sobre la parte superior, la soldadura sobre las partes estañadas se fundirá y unirá. A veces ayuda aplicar un poco de soldadura a la punta del soldador mientras se hace correr por los bordes del remiendo, pues la soldadura caliente hace que la aplicada a las superficies estañadas se funda más ligero.

Empléese un procedimiento similar cuando se trata de soldar una pieza a otra, como en las ilustraciones que muestran un pequeño mango o soporte en el momento de ser soldado a una fuente. Las dos superficies a unirse se pulen muy bien con tela de esmeril (Fig. 4) aplicándoseles el fundente, Fig. 5. Ambas superficies se estañan luego, Fig. 6, y el soporte se colocan en posición y se suelda a la fuente como indica la Fig. 7.

Las piezas pequeñas a veces pueden unirse estañando las superficies que deben entrar en contacto, colocándoles un poco de fundente, poniéndolas en la posición que deben tener, y teniéndolas engrampadas por medio de una prensa de tornillo, o simplemente con unas tenazas o pinzas, y sosteniéndolas después sobre la llama de un mechero de gas o de un soplete hasta que la soldadura se funde. Entonces se quitan rápidamente de la llama y se dejan enfriar, conservándolas todavía engrampadas.

 

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Muchos aficionados, al hacer conexiones soldadas de cables eléctricos, en su afán de realizar un trabajo esmerado, arrollan un alambre apretadamente en torno al otro como indica la ilustración descriptiva que acompañamos (ver detalle de la izquierda). Con esto se logra una linda conexión, juzgándola por su apariencia, pero mala desde el punto de vista de la técnica eléctrica, ya que las vueltas apretadas no permiten que la soldadura fluya alrededor de la junta como es debido. Es mucho mejor realizar las conexiones soldadas como indica el detalle de la derecha. Aquí las vueltas se encuentran más espaciadas, y la soldadura puede hacer una buena conexión eléctrica entre los cables. Y recuérdese, una vez más, que no debe usarse un fundente ácido en esta clase de conexiones.

Cuando hay que soldar algunas piezas que son duras de mantener reunidas, casi siempre es factible, una vez que se les ha aplicado el estaño, asegurarlas con unas cuantas vueltas de alambre, después de lo cual se les aplica el soldador o se someten al calor de la llama del soplete hasta que la soldadura se funde y se une. Una palabra de advertencia cuando se utiliza la llama de un mechero o de un soplete para efectuar uniones en esta forma, es decir sin intervención del soldador. No se aplique la llama directamente en la juntura, pues se corre peligro de quemar la soldadura y de oxidar las partes. Aplíquese a cierta distancia, de modo que el calor pase a través del mismo metal hasta la conexión que desea hacerse, y que, según se ha explicado anteriormente, se habrá estañado de antemano. En esta forma el calor resulta también más fácil de controlar.

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