Hemos visto en el número an­terior en forma breve, cómo nació la cinematografía, la que en los momentos actuales se halla, podríamos decir, en su grado má­ximo de perfeccionamiento, de modo tal que, el aficionado inci­piente, puede hacer magníficas películas valiéndose del material y cámaras modernas que puede adquirir en el comercio. Es obvio decir que estas cámaras actuales distan muchísimo, aun en su as­pecto exterior, de parecerse a las primitivas cámaras con las cua­les se hicieron los primeros ensa­yos, y cuyos esquemas se inserta­ron, también, en el número ante­rior, pese a que el fundamento de su mecanismo sea el mismo, con la diferencia, claro está, en el pro­greso de la técnica en el montaje de las piezas, que hace que los re­sultados obtenidos sean, induda­blemente, más satisfactorios.